Las cataratas congénitas.
La catarata es un problema que
todos relacionamos con la tercera edad pero que en pocas ocasiones pensamos
pueda ocurrir en el recién nacido, lo cual
no solo es posible, sino que su gravedad y repercusiones a lo largo de
la vida pueden ser mucho más graves que en al adulto y sobre todo de mucha más
difícil solución.
Una catarata es la opacidad de la
lente que tenemos dentro del ojo a la cual denominamos cristalino y que nos
permite enfocar los objetos a distintas distancias. Esta lente con el tiempo
envejece e inicialmente dificulta la posibilidad de enfocar, constituyendo lo
que denominamos vista cansada o presbicia a partir de los 40-45 años de vida y
posteriormente cuando pierde su transparencia es lo que denominamos cataratas y
que obliga a una intervención quirúrgica para sustituirla por una lente
artificial transparente que nos vuelva a restablecer la visión.
Esto mismo puede ocurrir también
en los niños desde el nacimiento, es decir de forma congénita, pues esa lente
que debe ser transparente en ocasiones no lo es, lo cual también se denomina
catarata pero tiene una mayor gravedad que en el adulto, pues en el niño
dificulta la visión desde el principio, es decir, es un ojo que nunca ha tenido
visión, por lo cual a diferencia del adulto que es un ojo con visión que
progresivamente la ha perdido, cuando realizamos la intervención de la catarata
y la sustituimos por una lente transparente, en el adulto se recupera la
visión, pero en el niño lo único que hacemos es colocar al ojo en disposición
de ver, por lo cual tiene que aprender a ver y recuperar la visión que nunca ha
tenido.
Así es sumamente importante que
diagnostiquemos estos problemas lo antes posible, desde el mismo momento del
nacimiento. Esto en ocasiones será muy manifiesto, al presentar el niño una
pupila blanca o alguna alteración que la haga diferente a la del otro ojo, pero
en otros casos será necesario dilatar la pupila del niño para excluir que
exista una mayor o menor opacidad del cristalino y esa es una de las finalidades
de la revisión oftalmológica.
Muchas veces los reflejos rojos
de los ojos que se obtienen con las cámaras de fotos nos ayudan a ver estas
diferencias en el fulgor de las pupilas, pero en otras ocasiones necesitaremos
dilatar las pupilas con las gotitas de la consulta para poder verlo
correctamente.
Por ello es la necesidad de que
todos los niños se valoren desde el nacimiento y se dilate la pupila para
excluir entre otros problemas, la presencia de una catarata congénita. Cuanto
antes la diagnostiquemos, antes podremos tratarla, lo cual en ocasiones
requerirá de una intervención quirúrgica que elimine esa opacidad, pero como
decíamos, lo más importante será posteriormente a la intervención realizar un
estricto y meticuloso seguimiento y tratamiento para hacer que el ojo que tenía
la catarata recupere la visión. Esto en ocasiones requerirá del empleo de gafas
que suplan el defecto residual que haya podido quedar tras la intervención, así
como el empleo de parches oculares para obligar a trabajar al ojo que tenía la
catarata y hacer que vuelva a recuperar la visión.
Cuando estas cataratas son tan
severas que dificultan gravemente la visión hasta parámetros de ceguera, uno de
los efectos que pueden producir es la desviación del ojo, un estrabismo, pues
al no tener visión, el ojo puede desviarse a consecuencia de dicha catarata y
primero deberemos operar la catarata para si posteriormente persiste el
estrabismo, también operar dicho estrabismo, pero si intervenimos a tiempo en
muchos casos la desviación se restituye a la normalidad y evitamos esa segunda
intervención.
También en casos muy graves con
cataratas en ambos ojos que dificultan hasta parámetros cercanos a la ceguera
la visión en ambos, puede aparecer lo que denominamos un nistagmus, ese
movimiento incontrolado de los ojos que indican una falta de fijación y que
puede deberse entre otros motivos a esa falta de visión.
Aunque parezca extraño, es mucho
más fácil recuperar la visión cuando la catarata es en ambos ojos que cuando
ocurre solo en uno de ellos. Esto es debido a que cuando la catarata es
monocular, el cerebro rápidamente establece un ojo dominante, con mucha mejor
calidad visual y hace que el otro ojo vago sea más difícil su recuperación y
requiriendo del empleo de parches y tratamientos oclusivos durante un cierto
tiempo. Cuando por el contrario la catarata es en ambos ojos, las dificultades
visuales son en los dos, con lo cual es más fácil para el cerebro volver a
recuperar la visión de forma progresiva sin la rivalidad que uno de los ojos
puede presentar.
Las cataratas congénitas son una
patología que cuando ocurre debe tratarse desde el nacimiento, en ocasiones
requerirá de una intervención en esos primeros meses cuando la opacidad es lo
suficientemente importante como para dificultar el correcto desarrollo visual y
dependiendo de cada caso en particular y de la edad del niño a la que se decida
la intervención, deberá sustituirse el cristalino opaco por una lente
intraocular que restituya la capacidad visual del niño. Esta lente no siempre
se coloca en la primera intervención, sino que en ocasiones se aplaza para una
segunda operación unos años después, dado que la precisión en su ajuste puede
ser mucho mejor dependiendo de la edad del niño, pues recordemos que en
ocasiones esta intervención se realiza con escasos meses de edad, así como
también dependiendo de las complicaciones que puedan preveerse.
Cuando la lente no se coloca en
la primera intervención, el niño debe
suplirlo con el empleo de unas gafas con la potencia adecuada o en su caso con
lentes de contacto, hasta que posteriormente se decida colocar la lente dentro
del ojo.
Recordemos que durante todo el
periodo tras la intervención es sumamente importante los controles y
tratamientos posteriores, pues como decíamos el ojo de la catarata congénita no
ha aprendido a ver y será tras eliminar el obstáculo cuando deberá aprender
dicha función y para ello será esencial el tratamiento rehabilitador mediante
parches oculares, gafas, lentillas, etc..
La catarata del niño no es como
la del adulto, en este caso el tiempo es fundamental y debe ser diagnosticada
lo antes posible. No todas las cataratas será necesario operarlas, algunas de
ellas son tan leves que no suponen un gran obstáculo para la visión y puede
recuperarse la misma sin necesidad de intervención, solamente con un correcto
seguimiento y tratamiento rehabilitador, pero en otros caso como decimos la actuación
quirúrgica no debe demorarse.
A los oftalmólogos infantiles nos
preocupan especialmente esos niños que nunca han acudido al oftalmólogo porque
nunca le han notado sus padres nada importante. Recordemos que un niño puede
desenvolverse igual de bien con uno que con dos ojos, pero realmente existen
dos ojos y la visión debe ser perfecta de ambos para garantizarnos un correcto
desarrollo. Es importante que realicemos siempre un control del niño desde los
primeros meses de vida y con la colaboración de nuestro pediatra y nuestro
oftalmólogo infantil.
Dr. Carlos Laria Ochaita.
Director Unidad de Oftalmología Pediátrica y Estrabimos
Clínica Baviera de Alicante y Valencia.
www.drcarloslaria.es