EL FRACASO ESCOLAR Y LA VISION.
España según recientes estadísticas es uno de los países de la
Unión Europea con mayor porcentaje de fracaso escolar. Evidentemente en esto
influyen muchos aspectos no solo médicos, sino también sociales y educativos,
pero no podemos obviar que uno de los hechos que contribuyen a dicho fracaso
son los problemas de visión.
Cuando hablamos de problemas de visión, lo primero que pensamos en
la posibilidad de requerir el empleo de unas sencillas gafas, pues la mayoría
de los déficit visuales en la infancia y en la juventud son debidos a los
denominados problemas de refracción, los cuales comprenden la miopía,
hipermetropía y el astigmatismo.
Estos defectos de refracción se podrían resumir globalmente de la
siguiente forma:
·
Miopía.- Dificultad de visión
a media-larga distancia.
·
Hipermetropía – Dificultad de
visión de cerca.
·
Astigmatismo – Dificultad de
visión a todas las distancias.
Indudablemente a primera vista pudiera parecernos sencillo
percatarnos de la existencia de estos problemas, pero un niño “no sabe lo que
es ver bien hasta que no ve bien”. Esta frase por simple que parezca es algo
que olvidamos con frecuencia. Nadie sabe hasta donde hay que ver cuando nunca
ha visto bien, es por ello que muchos de los problemas aparecen a la hora de la
escolarización, cuando el niño ya tiene un referente como es su compañero de
pupitre que ve la pizarra a una distancia que él no puede verla.
No olvidemos que los niños en su inocencia y timidez muchas veces
nos ocultan estos problemas, bien por desconocimiento o bien por miedo a ser
distinto a sus compañeros y la mayoría de las veces por el miedo a tener que
llevar unas gafas que inicialmente no suelen ser bien aceptadas.
La detección de todos estos problemas es muy sencilla, solamente con
el control oftalmológico y mediante la dilatación de la pupila, lo cual es
totalmente imprescindible para conocer de manera exacta su graduación
verdadera, podremos saber si existe necesidad o no de llevar gafas. Aquí se
plantea la otra gran pregunta: ¿cuándo deberemos hacer ese control? ¿debemos
esperar que el niño tenga 4-5 años para que colabore en el conocimiento de los
números y letras?. La respuesta es muy simple, un niño puede conocerse su
situación refractiva desde el nacimiento, pues de manera objetiva mediante una
sencilla exploración donde no requerimos ninguna colaboración por parte del
niño y tras instilar las gotas para dilatar la pupila, podremos saber ese valor
y predecir en cierta medida su evolución para conocer la necesidad o no del empleo
de lentes correctoras.
Así mismo existen otras posibles patologías que pueden ser
causantes de una mala visión, como puede ser la desviación de los ojos o
estrabismo. La visión no es una facultad de un solo ojo, es una facultad de
ambos ojos, lo cual nos posibilita no solo ver los objetos, sino verlos con la
llamada visión estereoscopica o de 3 dimensiones, lo cual nos permite percibir
el sentido de profundidad y de localización espacial. Esta visión en tres
dimensiones es algo que en los últimos años ha tomado mayor sentido por la
proliferación de dispositivos en 3D, como videojuegos, televisores y películas
de cine, las cuales en muchas ocasiones han servido para percatarnos que
tenemos un déficit de dicha facultad y que nunca la hemos tenido y al igual que
un niño no se percata de la calidad de su visión, en muchas ocasiones un adulto
desconoce la falta de esa visión de 3D hasta que ha sido puesta a prueba en
películas con otras personas que sí que la tenían.
Para conseguir tener una buena visión en 3D necesitamos dos
requisitos básicos; por un lado el alineamiento perfecto de ambos ojos no
existiendo ningún estrabismo y por otro lado una relativa buena agudeza visual
de ambos ojos independientemente. El fallo de cualquiera de estos dos aspectos
hará que no podamos tener una correcta visión en tres dimensiones y por tanto
no podremos ver los dispositivos en 3D.
La visión es un proceso muy complejo donde el cerebro aúna las imágens
de ambos ojos a nivel cerebral y nos permite interrelacionarnos con el mundo
que nos rodea, percibiendo no solo en cantidad, sino también en calidad y
cuando fallan cualquiera de esos dos aspectos podemos tener importantes
limitaciones.
Aún más importante es cuando ocurren problemas que no pueden
solucionarse con unas gafas, sino que requieren de intervenciones tempranas
como pueden ser las cataratas, las cuales también pueden aparecer en los recién
nacidos o tumores intraoculares que pueden comprometer incluso la vida del
niño.
Todos estos procesos si pasan inadvertidos en muchas ocasiones
pueden conducir al desarrollo de un ojo vago, la denominada ambliopía, que lo
único que indica es la falta de visión de uno o ambos ojo, y que cuando la
detectamos debemos investigar su causa para poder de esta forma poner los
medios adecuados para su solución.
Cuanto antes se pongan los tratamientos para remedar un ojo vago,
más fácil y rápida va a ser su recuperación. Así tradicionalmente se decía que
a partir de los 8-10 años es imposible recuperar un ojo vago, pero actualmente
sabemos que esto no es totalmente cierto. Lo correcto es que va a ser mucho más
difícil recuperar un ojo vago a medida que avanza en su desarrollo y que en
ocasiones esa demora conducirá a que no podremos obtener una recuperación total
como si la hubiésemos emprendido en edades más tempranas, pero siempre hay que
intentar recuperar un ojo vago, cuando la causa así nos lo permita; el cerebro
es un gran desconocido y su plasticidad en ocasiones nos lleva a tener gratas
sorpresas incluso en edades donde se pensaba que no era factible la
recuperación.
El fracaso escolar no solo es debido a los problemas visuales,
influyen otros muchos factores de índole educacional y social, pero desde luego
la falta de visión o la ausencia de visión binocular y estereopsis son factores
muy importantes como responsables de dicho déficit visual.
No es de extrañar los niños que en el colegio no aceptan las
actividades de lecto-escritura por ser pacientes hipermétropes (dificultad en
la visión de cerca) y que cuando les ponemos sus gafas descubren con gran ansia
el mundo de los libros y por el contrario, niños que rechazan las actividades
al aire libre que son miopes (dificultad en la visión de lejos) y que cuando se
corrigen con lentes amplían su campo de relaciones con los compañeros y se
vuelven mucho menos introvertidos.
El fracaso escolar es debido a muchos problemas pero uno que
podemos solucionar fácilmente es la detección de los problemas visuales y para
ello es suficiente la visita a nuestro oftalmólogo pediátrico desde el nacimiento
y bajo su supervisión durante los años del desarrollo.
Fdo.
Dr. Carlos Laria Ochaita
Oftalmólogo
pediátrico y estrabismos
www.Drcarloslaria.es